martes, 30 de septiembre de 2008

"El bulling en la Escuela, escucha y mirada psicoanalítica"


Material presentado en el Marco del Vll Encuentro Internacional de Educación
Universidad Pedagógica Nacional
Unidad UPN212
Teziutlán. Pue. México


El bulling, y el mobbing, son dos formas actuales, modernas en que la cultura a través de los cuales sus niños y adolescentes, expresan un malestar que es necesario reflexionar para operar con las nuevas formas de violencia en la civilización.

Estos nuevos modos pueden verificarse con el avance de la tecnología, a biotecnología y la globalización en escala masiva; estamos presenciando un gran cambio de paradigma en todos lo valores con los cuales hemos operado has mediados el siglo XX; hoy esos valores no “alcanzan” para entender los nuevos fenómenos que invaden las sociedades, las instituciones y por supuesto las aulas.

El fenómeno de violencia o estallido en las escuelas, lo hemos podido presenciar con mas crudeza en las últimas décadas y con un mayor incremento con la llegada del nuevo milenio. La caída de los valores junto con una impronta por la captura de la imagen hace que cada ves más los sujetos queden desligados de los valores y pautas que los liguen a lo más vivo de sí.

Es interesante pensar este fenómeno de bulling como efecto, pero también como causa de generador de conductas desdobladas de toda norma.
Hoy la escuela es un enorme receptáculo de lo social como entramado de lazos de mayor complejidad.


El estatuto de la familia, la monoparentalidad ya no es el paradigma tradicional: lo disfuncional en los lazos, las nuevas formas de matrimonio y la expansión cada ves mayor de nuevos grupos y hordas sociales, van tomando, en una sociedad peso cada ves más pluralista .En este estado de cosas, es fundamental el lugar de la familia y por otra parte la consideración de lo que llamamos niño e infancia.

El estatuto de lo niño, y el proceso de la infancia van de la mano con formas novedosas y muchas veces incomprensibles con los modos con los que contamos y operamos.
En principio, la violencia como fenómeno responde en la subjetividad a aquel proceso dónde el lazo ha fracasado como tal. Si se trata de la convivencia del uno y el otro; en la violencia se interrumpe esa continuidad, para dar lugar a lo más destructivo del sujeto: muerte.
La violencia va de la mano de la agresión; la agresión es un fenómeno humano que cuando no encuentra un lugar de pacificación, dispara a lo peor o sea la expulsión o segregación como formas de eliminación de lo otro del otro.


Cuando no es posible convivir con lo diferente, aparece la muerte como recurso, en lo más siniestro de lo humano.

Si hoy somos participes de esos fenómenos es por que hemos transitado por algunos caminos que deberemos interrogar.
Las políticas neoliberales, las pautas de libertad, del “dejar hacer”, han promovido todo tipo de comportamiento donde la caída del padre como ordenador ha perdido eficacia.
El psicoanálisis en ese sentido se procura una recuperación que vaya por la vía del sujeto, por la experiencia que ligue al sujeto a lo más cercano a su deseo.


Todo fenómeno de violencia corta la cadena deseante, que quebranta al ser, dejando al descubierto un sistema dónde el valor por la vida, ya es casi nulo. .El niño es aquel que sufre en forma directa todos estos cambios en los que participamos, cambios que no logran hay encontrar un lugar.

Cuando hay un niño violento y otro que sufre esa violencia, algo anda mal; una disfuncionalidad que se corresponde con una forma de goce que incapacita y detiene.
La educación, el proceso de aprendizaje, tiene mucho que ver con la creatividad, con poner a jugar lo más vivo de cada uno: Hay violencia e interrupción; se trata de tomar otro modo, de poner y operar con lo posible de cada uno.
Si la familia hoy no se corresponde a su función normativizante, es por que la pareja parental esta desorientada respecto de cual es su función en la civilización.


Desde el derecho romano, hasta las actuales legislaciones en derecho de familia., se le otorga a la misma una función social; función que permite alojar instalar, en ese ser que nace, la entrada a la cultura, del modo en como entre estará dado su destino, y su función en la que le toca como lugar en el campo de las identificaciones.
En una época de crisis de los lazos sociales, se trata de ir ubicando nombres, adónde ya casi no los hay.


Nominar, nombrar, dar lugar son modos fundamentales en pensar que la cosa marche, no al modo dictatorial, pero si en un estilo dónde cada cual encuentre un lugar en la historia epocal que le toca.
Si lo epocal hoy es la desorientación hay que obstaculizar esa tendencia con modelos de los cuales el niño pueda identificarse.
Erit Laurent, psicoanalista francés explica y habla sobre estos temas; apuntando que el lugar del niño hoy es trascendental, para el destino de la civilización.
Si la tendencia es a lo inmediato, a la urgencia y al desperdicio hoy muchas veces el niño es desperdicio de una cultura dónde todo se puede reemplazar por algo nuevo y mejor, el niño no debe ser objeto ni de uso, ni de cambio. La violencia es ejercer sobre él un lugar de resto, que debemos decididamente impedir.


Se trata de que el niño se constituya, se despliegue, ofreciendo modelasen los cuáles logre armar una lógica posible que le permita vivir una vida.
El bulling muestra una vida sin ella, es un niño que ha renunciado a su capacidad de juego, de invención y por lo tanto de crecimiento.
Si un educador se reconoce como tal es por su capacidad de causar al niño al juego creativo.
Educar, es una forma de ponerle lugar al pulsión, en términos de Freud; la educación es una manera de que la pulsión se amalgame con las exigencias de una cultura que siempre por estructura debe implicar algún tipo de renuncia pulsional.


Entonces educación y cultura van de la mano, hacen serie respecto de la posibilidad de que el niño transite su infancia; es interesante resaltar la posibilidad del transito, ya que la violencia supone interrupción del transito.

Volviendo a la idea de familia, no podemos dejar de considerar, los cambios que hemos presenciado en especial a partir de la entrada de la mujer en el mercado laboral.
No se trata de que esto no ocurra, pero es importante que tanto la mujer, como el hombre, puedan ubicar los lugares respecto de la sexuación; para transmitir algo en relación con las identificaciones que hacen a los masculino y femenino.
Hoy también asistimos al más allá de la moda unisex dónde vale lo mismo para ambos; para participar de lo “trans” como modos que atraviesan los limites de lo real del cuerpo y de este modo sirviéndose de los avances de ciencia, transformar cuerpos de hombres en mujeres y viceversa..Cambios que no son sin consecuencias, que revolucionan en absoluto, todo parámetro en relación a pensar en la familia tradicional.


La propuesta no es una vuelta nostálgica dónde todo tiempo pasado fue mejor, pero si el estar advertidos de que en estos cambios, hay consecuencias respecto del lugar del niño en la cultura y los efectos que esto tiene en los procesos de maternaje, crianza y educación.
NO dejamos de ver adolescentes desbastados por el consumo, desorientados respecto de un ideal que les permita un camino.
En una cultura de la inmediatez, el adolescente es objeto de un consumo, que lo excluye del circuito social.
La violencia del adolescente es un intento desesperado por encontrar un lugar, lugar que no encuentra, mientras las instituciones no se detengan a escuchar lo singular de cada uno, para poder entender como cada uno se encuentra con lo traumático de la vida.


Las políticas educativas, y de salud están bajo las reglas del mercado y el imperio que estandarizan los comportamientos y los síndromes; sin tomar en cuenta lo particular de cada caso. Se trata en cada caso de hacer con lo más subjetivo ligando el universal con lo particular.
La violencia hoy debe ser para nosotros la luz que llame la atención de un estado de autentica crisis que muestra a nuestra época con la particularidad de un goce de segregación y exterminio.
Lacan pensó para su orientación lograr al final de la experiencia analítica, un nuevo amor y Freud hablaba de que en la curación de las neurosis se trataba de que el sujeto recuperara su capacidad de amar como único recurso posible para transformar lo más hostil en lazo, en ligadura con el otro.


Cada niño debe reconocer en el otro un semejante, en una cultura pluralista, lo diferente y variado debe ser la forma en que cada, niño pueda ligar su narcisismo a la relación de objeto, cediendo su goce personal, a una pulsión que ligada al amor, conduzca al producción de lazo social.
Si un niño es captado como objeto de amor de otro (padre –madre), que lo aloje estarán dadas las condiciones para poner en marcha el circuito que posibilitara que ese niño tenga la bienvenida a la cultura, pudiendo formar parte de ella; con los avatares propios que cada ser parlante deberá afrontar a lo largo de la vida.


En un momento donde el hedonismo es moneda corriente, la satisfacción de la pulsión por vía de la multiplicidad de objetos, hace que cada vez más los niños se vean menos tolerantes a la postergación, a la espera y a la frustración como constitutivo de la impronta psíquica de cada uno.
El bulling término tomado de la lengua inglesa, nos permite servirnos de él como anzuelo que permita morder con precisión, un momento de absoluta distancia, de discordancia entre el ideal y el sujeto, entre la norma y la pulsión: como así también entre las instituciones y aquellos que la albergan.
La escuela, hoy mas que nunca, debe ser un lugar que permita instalar, entendiendo por esto la posibilidad que el niño pueda desplegar su potencial para que de este modo, la pulsión de saber, el deseo de aprender, revelen el enigma de la vida; en contraposición con la pulsión de muerte, en donde se pondría en juego la eliminación de lo diferente, el maltrato, y todo aquello que reduzca lo humano a su condición de tal.
La violencia debe ser combatida con una apuesta que de ninguna manera desconozca lo más integro de cada sujeto, que es su capacidad de amar, trabajar y estudiar.