martes, 29 de septiembre de 2009

Donde el "No gozar" está prohibido


Acerca de esta afirmación me interesa interrogar el estatuto de la contemporaneidad, en términos de una constante pulsión, empuje de los sujetos a un goce que se torna muchas veces insoportable y letal.

Quisiera en este caso referirme a una nueva forma de goce social que queda nombrado bajo el nombre de ludopatía y que se refiere a aquellas personas que no pueden parar de jugar, un jugar que lejos de constituirse como escena lúdico presentifica el horror y muchas veces la reducción del sujeto a su propio resto

La escena social ha incrementado locales donde las personas pueden jugar sin límite de tiempo, esto es una suerte de infinitización temporal donde el que entra pierde justamente la dimensión tiempo; me parece importante subrayar esto porque son locales que están armados para que el que entra no pueda salir.

Entrada a un espacio cuya virtualidad, hace perder a los sujetos la propia referencia.
Cuando se entra en la la dimensión en la que se pierde la referencia, el juego lejos de constituir la posibilidad de una tramitación simbólica para a tener el estatuto de un REAL que termina por devorar la subjetividad del que juega.

La denominación de ludopatía n os invita a pensar en una nueva forma de adicción, ´para el psicoanálisis no existe dicha denominación, salvo lo que nos permita pensar cual es la modalidad de goce que ahí esta puesta en juego.

Parece que el llamado jugador compulsivo, es aquel que supone que en le acto de jugar propicia una creencia de ganancia irreal, que en realidad es redoblar la apuesta respecto de una perdida.

Entonces estamos frente a la posibilidad de que el sujeto haga consistir una creencia que en realidad es la increencia que el mismo supone de lo que es la perdida estructural de todo sujeto parlante.

El psicoanálisis propone que la perdida no es algo que se recupera al modo de un objeto real, sino que se trata de una perdida que hay que sostener como tal. Para que el aparato funcione.

El juego de esta manera viene a hacer posible un imposible y de esta forma el que entra le es difícil salir por que queda tomado por la ilusión que se hace carne en el jugar mismo.

La época en donde el Otro no existe, en donde las identificaciones son precarias, estos modos que se proponen son principios para generar la ilusión de un TODO, una suerte de Disney landia en donde las maquinas traga monedas en un ruido constante, se traga al sujeto mismo, en una ferocidad que no tiene tiempo.

Se trata en la clínica con estos sujetos, de devolverles un tiempo propio, que puedan hacer entrar otra escena que suponga recuperar el juego pero en otro lugar.

Freud ya decía que el juego en los niños tenía la posibilidad de recuperación, una forma de tramitación de lo real por lo simbólico, pero en estas nuevas formas, se trata de la anularon de la recuperación, el juego como aniquilación y caída absoluta del fantasma.

Sabemos que en la clínica con el psicoanálisis se trata de síntoma y fantasma, o sea significante y goce, pasar por los significantes que permitan extraer el goce que representa al sujeto

Para el psicoanálisis se trata del tratamiento de lo que no anda pero no pensando con lo disfuncional social solamente, sino en términos de lo que no anda en relación al goce innecesario que puede invadir a un sujeto.

Dejo plantado el problema en términos de qué hacer con estos nuevos goces?

lunes, 7 de septiembre de 2009



La discapacidad
Una mirada psicoanalítica



Interrogar la discapacidad es poner a jugar para el psicoanálisis, el estatuto mismo del sujeto.

La política para nuestra práctica es la del síntoma, lo que permite pensar al sujeto en términos de real.

La discapacidad como entidad discursiva queda del lado de la diferencia en términos de déficit, poniendo a jugar muchas veces la discriminación y la segregación.

Todo discurso al decir de Lacan hace lazo. Los discursos de la época quedan muchas veces ligados a ideales que se proponen en un hacer que muchas veces ponen a jugar la exclusión.

Se trata de cómo hacer lazo con los elementos del psicoanálisis, rescatando al sujeto más allá de las identificaciones.

La identificación en una identidad es la forma que muchas veces toma la discapacidad, en este sentido es político obstaculizar dicha identidad.

La igualdad de derechos exigida en la mayoría de las veces por el marco social, deja traslucir un fondo en el cual la discapacidad se pone en juego como lo inhabilitado, paradoja, dónde el reclamo de igualdad pone a jugar la desigualdad en términos segregativos.

La política para el psicoanálisis, es la del síntoma en términos de lo que el síntoma dice de singular, y único; la política para el psicoanálisis es responsabilidad, y acto.

Se trata de hacer entrar la discapacidad, en términos de responsabilidad, política que permita disponer de un sujeto en tanto responsable.

Las discapacidad como un lugar otro que posibilite en la diferencia hacer lugar.

Siempre para el psicoanálisis se trata de otro lugar, otra entrada.

Pensar la diversidad como entrada de lo diferente, que no es lo mismo que la homogenización como unificación de las diferencias y exclusión de las mismas.

En general la discapacidad que da ligada a lo diferencial, la institución pública, las instituciones educativas quedan muchas veces ordenadas en esta perspectiva

Sabemos que en la actualidad comprobamos que la problemática de la integración escolar de niños y adolescentes con capacidades especiales surge como un interés explicito en las legislaciones y políticas educativas.

Apostamos a que con la discapacidad se pueda disponer, se trata del acceso a la palabra.

Si la política es la del acto, entonces la entrada es con la discapacidad, con lo que no anda, para todo sujeto parlante.

La cristalización de la identificación como uno, impide hacer entrar otro real. La identificación de otro real es la constitución de otro imaginario.

Identifiquemos con la discapacidad la posibilidad de un sujeto, posibilidad que es siempre otra.

Hacer de la diversidad un síntoma que haga posible otra lectura,

Se trata de otra lectura, otro recorrido, entonces la discapacidad como otro campo.

Identificar otro real, una apuesta posible respecto del tratamiento de lo que no anda, hacer entrar el error, es para el psicoanálisis la posibilidad de que el síntoma se constituya en su dimensión de real.

No hay un psicoanálisis de la especialidad, no hay otra especificidad que la sujeción del parlante al Otro de la palabra; queda dicho de este modo que toda política dirigida al sujeto es la perspectiva a lo real.
Pensemos en este sentido en un recorrido que permita ir de la identificación, a la posibilidad de constitución de otro imaginario, no sin la entrada del error y la discapacidad como punto de partida de lo humano

domingo, 30 de agosto de 2009

La responsabilidad del psicoanálisis


Se trata de interrogar la responsabilidad en la práctica del psicoanálisis y los avatares de su clínica.

Max Weber diferencia la ética de la responsabilidad y la ética de la convicción.
Dice en “El Político y el Científico”, que ”la ética de la convicción es aquella que
sigue rigurosamente los propios principios absolutos, sin preocuparse por las consecuencias que tendrá la propia acción, refiriéndose a quién no se preocupa por los efectos de la propia acción porque tiende a seguir los principios puros de la moral.”
Viceversa.”… cuando se trata de la ética de la responsabilidad, el individuo tiene siempre presente las consecuencias de aquello que hará, los

efectos de la propia acción.” Agrega Weber, “… sólo esta segunda es una ética verdaderamente política; porque la ética de la convicción es una ética impolítica.” “… la ética del político debe ser siempre una ética responsable, es decir una ética que tiene en cuenta las consecuencias, los efectos de lo que se hace. ¿Y cuál es el problema? “, se pregunta Weber. “La ética de la responsabilidad, es la única ética que el político puede hacer propia, no siendo una ética absoluta, y es una ética que depende en forma exhaustiva de la práctica que la sustenta.”
Respecto de la referencia, responsabidad, ética y política quedan ligados. La
responsabilidad, se orienta por el hecho de poder introducir lo propio como acto, cuyo
efecto no es sin consecuencias.
La práctica analítica esta orientada por el acto analítico .La política del psicoanálisis, es la política del síntoma.

La responsabilidad es la posibilidad de responder.

Síntoma y acto confluyen en el dispositivo analítico como dos dimensiones producidas por el dicho. Operando más allá del lenguaje, no sin servirse de él, se trata
de la palabra.

Se trata del acceso a lo político.

Consideremos al síntoma como lo que identifica real, el acto como lo que se produce en lo real, y la angustia como la señal, de que esa identificación se ha producido.

Se trata con el síntoma de identificar real, y así hacer entrar real en cada paso recorrido.

El acto siempre es un acto nuevo, siempre y cuando, el lugar de producción es real, lo que posibilita construir una realidad , que siempre es otra ; he aquí la producción de un nuevo imaginario.

El síntoma introduce otro modo, posibilita disponer de cuerpo.

Respecto del sintoma se trata de servirse del padre, e ir más allá del padre.
Es decisión y respuesta.

El psicoanálisis se dirige a obstaculizar lo que se debe hacer, introduce una ética que
obstaculiza lo moral.

Si no se trata de lo moral hay posibilidad de entrada a la diversidad.
Entonces hay diferentes modos y usos.

Retomando la afirmación, que se trata de operar más allá del lenguaje, no sin el lenguaje, afirmemos con Haidegger, que “al habla se accede”.

Entonces responsabilidad.




domingo, 14 de junio de 2009

"Desmanicomializaciòn?"


Quería compartir ciertas ideas acerca de lo que se llama la desmanicomialización de los sujetos con enfermedades mentales.La noción de manicomio es una idea que recorre n nuestra historia desde hace siglos partiendo
de la cultura grecorromana donde los débiles o enfermos eran arrojados sobre lo alto de un monte. Pasando por los castigos del medioevo, y posteriormente creando lugares de marginación de aquel que no hacia lazo con lo social. En la historia de la locura de Micael Foucault relata de manera impecable el recorrido de la locura a lo largo de los siglos.En esta pequeña reflexión me pregunto si hemos modificado tanto esta concepción dado que en la base de los tratamientos de tipo psiquiátrico aun la internación como reclusión sigue siendo el modo mas frecuente.Escucho si algunas intenciones de destrabar esta tendencia promoviendo lo que podemos llamar la desmanicomialización del enfermo psiquiátrico.El psicoanálisis parte de que no hay enfermos en el sentido de que la enfermedad mental es la neurosis misma, le sujeto esta enfermo de su mente dice Lacan, porque sus pensamientos pueden ser su propio síntoma; pero si es cierto de que a veces esos pensamientos cobran una dimensión de exterioridad que lleva a los sujetos a lo que llamamos las psicosis.El encierro institucional parece que se tratara de guardar la locura en un lugar, como garantizando de esa forma cierta protección social .

La propuesta es poder pensar en el afuera, en el modo de cómo hacer lazo social, el afuera como lugar posible .

Lacan decía que se trata de saber hacer, pensando en el modo como cada cual se las arregla con su síntoma, también se trata en lo social de un saber hacer con el loco.

Hacer que lejos de marginar proponga lugares de construcción, pensando de esta forma la posibilidad de armar puentes que permitan pasar de un lado al otro con la locura.

Una experiencia en Bariloche muestra como es posible el tratamiento de los pacientes en lugares sociales abiertos, lugares que se ponga a trabajar lo más propio de si.

Esto supone una reunión de voluntades que puedan entender que se trata de tratar con la locura, de hacer posible aquello que por estructura ubica al loco del lado de la infinitud, lo que hace que muchas veces el sujeto no encuentre anclaje en lo simbólico.

Siempre con el psicoanálisis se trata de poder hacer otra cosa, otra entrada diferente, no se trata de desconocer la locura, ni la psicosis, pero si de poder escuchar ahí otra posibilidad que no sea el universal del encierro como modo.

En una época de universalización de la ciencia, el psicoanálisis juega su partida en el sujeto, en el uno a uno.

Les parece a ustedes posible esta propuesta??
Con eso los dejo.

lunes, 2 de febrero de 2009

"Entre el goce y el deseo"

Surge la pregunta entre el deseo y el goce, dos lugares que hacen a la constitución de lo humano como tal.

Los cuerpos en la dimensión en que el psicoanálisis los concibe, son aparatos significantes, esto es un conjunto de marcas que han quedado ahí respecto de las experiencias que a cada uno le tocó en suerte.
Respecto de estas marcas, el viviente tendrá que abrirse paso a un conjunto de posibilidades para que pueda llegar a un lugar en el que se vea representado por el deseo.

Si en la bulimia y la anorexia, hay desorientación es porque el sujeto no encuentra el verdadero lugar de su existencia; las figuras del goce han propiciado sobre si, toda suerte de estragos, llevando la subjetividad a lugares insospechados.

Estamos en la época del deseo Light, de lo ligero como modo, imponiéndose de esta forma una subordinación de un goce mortífero que impide dar lugar a lo más propio del sujeto

Los cuerpos estragados por la época, indican un camino oscuro en el que el goce hace lugar en forma invocante.

Si bien al deseo se accede por el camino del goce, este debe ceder para que el humano pueda aproximarse a lo más propio de si.

El psicoanálisis hace su apuesta en este camino, y toma a cada uno en su singularidad más preciada, pudiendo liberar al sujeto de las insignias que ligan su existencia a un goce mortificante
.