Acerca de esta afirmación me interesa interrogar el estatuto de la contemporaneidad, en términos de una constante pulsión, empuje de los sujetos a un goce que se torna muchas veces insoportable y letal.
Quisiera en este caso referirme a una nueva forma de goce social que queda nombrado bajo el nombre de ludopatía y que se refiere a aquellas personas que no pueden parar de jugar, un jugar que lejos de constituirse como escena lúdico presentifica el horror y muchas veces la reducción del sujeto a su propio resto
La escena social ha incrementado locales donde las personas pueden jugar sin límite de tiempo, esto es una suerte de infinitización temporal donde el que entra pierde justamente la dimensión tiempo; me parece importante subrayar esto porque son locales que están armados para que el que entra no pueda salir.
Entrada a un espacio cuya virtualidad, hace perder a los sujetos la propia referencia.
Cuando se entra en la la dimensión en la que se pierde la referencia, el juego lejos de constituir la posibilidad de una tramitación simbólica para a tener el estatuto de un REAL que termina por devorar la subjetividad del que juega.
La denominación de ludopatía n os invita a pensar en una nueva forma de adicción, ´para el psicoanálisis no existe dicha denominación, salvo lo que nos permita pensar cual es la modalidad de goce que ahí esta puesta en juego.
Parece que el llamado jugador compulsivo, es aquel que supone que en le acto de jugar propicia una creencia de ganancia irreal, que en realidad es redoblar la apuesta respecto de una perdida.
Entonces estamos frente a la posibilidad de que el sujeto haga consistir una creencia que en realidad es la increencia que el mismo supone de lo que es la perdida estructural de todo sujeto parlante.
El psicoanálisis propone que la perdida no es algo que se recupera al modo de un objeto real, sino que se trata de una perdida que hay que sostener como tal. Para que el aparato funcione.
El juego de esta manera viene a hacer posible un imposible y de esta forma el que entra le es difícil salir por que queda tomado por la ilusión que se hace carne en el jugar mismo.
La época en donde el Otro no existe, en donde las identificaciones son precarias, estos modos que se proponen son principios para generar la ilusión de un TODO, una suerte de Disney landia en donde las maquinas traga monedas en un ruido constante, se traga al sujeto mismo, en una ferocidad que no tiene tiempo.
Se trata en la clínica con estos sujetos, de devolverles un tiempo propio, que puedan hacer entrar otra escena que suponga recuperar el juego pero en otro lugar.
Freud ya decía que el juego en los niños tenía la posibilidad de recuperación, una forma de tramitación de lo real por lo simbólico, pero en estas nuevas formas, se trata de la anularon de la recuperación, el juego como aniquilación y caída absoluta del fantasma.
Sabemos que en la clínica con el psicoanálisis se trata de síntoma y fantasma, o sea significante y goce, pasar por los significantes que permitan extraer el goce que representa al sujeto
Para el psicoanálisis se trata del tratamiento de lo que no anda pero no pensando con lo disfuncional social solamente, sino en términos de lo que no anda en relación al goce innecesario que puede invadir a un sujeto.
Dejo plantado el problema en términos de qué hacer con estos nuevos goces?